Los niños del agua

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Me lo presentaron como una joya de la literatura, los inicios de la fantasía y un libro fantástico, en todos los sentidos; así que lo cogí con muchas ganas.

Desde la primera página me atrajo, tanto por la historia como por la forma de narrarlo. Ya no se ven libros que hablen directamente con el lector, que se dirijan a él para hacerlo cómplice del relato o buscando un poco de empatía entre él y el narrador. Aunque he de confesar que este tipo de narrativa se me hace un poco pesada.

Es un libro de los que, depende quien lo lea, puede tener varios significados. En principio, el público al que estaba destinado era un público infantil, pero desde luego no al público infantil de ahora, mucho menos maduro que el de entonces. De hecho el mayor problema que encuentro en este libro es: ¿a quién va dirigido? ¿A los niños? Para los niños de hoy en día sería un relato largo y difícil, quizá les gustaría a los niños que estén muy acostumbrados a la lectura y gusten de enseñanzas morales. ¿A los adultos? No creo que muchos adultos supieran valorar el libro. Hoy en día la gente no busca obras antiguas, enseñanzas enmascaradas de cuento, ni libros llenos de descripciones de cosas que existen y no existen, como es el caso; sino libros con una trama constante, ininterrumpida.

Incluso para mí, que leo todo lo que cae en mis manos y lo que no, es difícil determinar si el libro me ha gustado. Me resultaría más fácil describir mis impresiones por etapas, aunque suene extraño.

Dígamos que yo dividiría el libro en cuatro partes, aunque por lo que he leído lo suelen dividir en tres.

En la primera parte Kingsley nos narra lo que yo llamaría la acción. Nos sitúa en la vida de Tom, un niño deshollinador explotado por su capataz (por la llamarlo de alguna forma), que de repente un día, mientras limpia una chimenea, se ve inmerso en un malentendido y ha de huir de los que le persiguen por ladrón, a pesar de no saber qué ha robado. En esta parte se nos narra la historia de Tom, pero si vamos un poco más allá también vemos una crítica constante al trato que se les daba a los niños en la Inglaterra victoriana, así como contínuas críticas hacia los irlandeses. Además empezamos a vislumbrar ese extraño humor que caracteriza toda la obra, el humor de la absurdez; siendo para mí la escena más notable la persecución de Tom, que sale corriendo por vergüenza a que una niña lo descubra y por el mero hecho de salir corriendo todos lo persiguen por ladrón, sin saber qué ha robado. ¡Muy absurdo! Y muy divertido, ya que le persigue gente que ni siquiera tiene que ver nada con lo que hubiere podido robar.

En la segunda parte Tom se ahoga en un lago, creo recordar, y se convierte en un niño del agua, por lo que Tom no muere, simplemente se transforma, gracias a las hadas que viven cerca del lago. A partir de ese momento Tom empieza a vagar por charcas y ríos completamente solo, buscando a otros niños del agua con los que jugar y conociendo a todo tipo de seres del agua, reales y fantásticos. En esta parte mi ánimo empezó a decaer en la misma medida que mi interés, ya que me resultó demasiado larga. Yo la identificaría como una parte en la que el niño se descubre a sí mismo, empieza a conocerse, a ver más allá de sus narices, a conocer el mundo que le rodea e intenta salir de su mundo para aprender a defenderse en el que vivimos los demás. Que sea un relato fantástico no quita que sea un reflejo del real.

En la tercera parte el niño encuentra a los demás niños del agua, quienes ayudan a los seres del agua con sus problemas, que en el libro son problemas muy pequeños, incluso me atrevería a decir que poco importantes. Estos niños tienen dos examinadoras, por llamarlas así, una de ellas les enseña a través del castigo, mientras la otra lo hace a través de la palabra y la bondad. Esta es una etapa de aprendizaje para Tom, que ha de convertirse en una buena persona, no sólo ayudando a los demás, sino también aprendiendo a respetarlos. Podríamos interpretarla como esa etapa de madurez del niño, en la que ya sabe distinguir lo que está bien de lo que está mal y ha de elegir el camino que quiere seguir en su vida.

En la cuarta parte Tom ha de enfrentarse a la vida solo, pero para completar su «formación» ha de ayudar a alguien. Él intuye que la persona elegida es su antiguo capataz (o maestro del oficio), al que busca en el «findeningunaparte» para enseñarle a obrar bien, aunque yo diría que se le da más importancia al hecho de que Tom le ha perdonado por todos sus abusos, cosa que no me sorprende debido a que el autor era sacerdote. El libro acaba, a mi parecer, de repente con Tom ya convertido en adulto.

Si pudiera atribuirle un sentido al libro es la crítica al maltrato a los niños, a la educación de esa época; pero también hay resquicios de la opinión que tiene el autor sobre la teoría de la evolución de Darwin y la política del momento, no olvidemos que Kingsley fue uno de los mayores promotores del socialismo católico.

¿Por qué leer el libro? Por curiosidad, sobretodo por eso, siempre situándolo en su contexto social y político si queremos entenderlo más allá de una narración con tintes fantásticos.

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